[Capitulo 2] El chico de la radio

Espero estén disfrutando el fic tanto como lo estoy haciendo yo al escribirlo >.<

CAPITULO 2

Quizá esperar le había ayudado un poco – aunque nadie dijo que mientras esperaba no se estaba muriendo de curiosidad – porque se podría decir que lo que él deseaba saber había llegado por sí solo, sin que él lo forzara, si, ahora sabía quién era su nuevo vecino, porque si señoras y señores, era un él, además de que se entero de cierta información que le era irrelevante como por ejemplo: que era joven, “atractivo”, alto, que estudia algún diplomado de comercio internacional, y un montón de cosas que su vecina  - la más chismosa de todas las de su vecindario – le había contado cuando lo había abordado, bueno cuando había corrido detrás de él para contarle el chisme. Le agradecía aquello  si no le hubiera asustado de muerte cuando había aparecido de la nada asustándolo mientras él se encaminaba tranquilamente hacia el pequeño supermercado cerca de su casa si hasta le había guiñado el ojo como si le estuviera sugiriendo algo con respecto al vecino y más ese “deberías de darle la bienvenida” que le dedico antes de irse casi corriendo seguro para seguir propagando el chisme. ¿Qué le sabia ella que ahora hasta le aconsejaba?, ¿será que le miraba necesitado y ahora buscaba con quien emparejarle sin importarle que fuera hombre o mujer solo para tener algo de qué hablar?, quizá era así, quizá necesitaban algo nuevo de que hablar.

-¿Qué mas necesito?

Murmuro acomodando un poco la canastilla en la que permanecían sus próximas compras hacia su otra mano, Jae hyung le había encargado algo, pero no llegaba a recordar, quizá tenía que llamarle, aunque no creía que le contestara no cuando se iba a ver con Yunho después de no verlo por unos días debido a sus deberes universitarios.

Jae hyung, más Yunho hyung – ¡Crema batida!  Dijo un poco alto mientras chasqueaba sus dedos. – ¡No quiero saber!, no quiero saber…

Trato de no hacerse imágenes mentales mientras cerraba los ojos y reprimía cualquier pensamiento que le dañara psicológicamente y que solo le hicieran ir en el futuro con un terapeuta, el no necesitaba la imagen de sus hyungs haciendo cosas que solo ellos hacen en su cabeza, gracias.

-Disculpe… ¿Usted sabe donde se encuentra la sección de las verduras?

Sus ojos se abrieron de golpe, su cuerpo permaneció estático casi como si de una estatua se tratase, su respiración que una vez fue lenta comenzó alterarse mientras su corazón comenzaba a golpear contra su pecho rápidamente.

-Disculpe…

Su cuerpo se giro por sí solo ya que no creía que su cerebro estuviera cooperando en hacer algo que no fuera en procesar aquella voz, aquella ronca, sensual y sexy voz.

Parecía que el hombre pelinegro estaba feliz de que él se hubiese girado a verle  porque rápidamente una  amplia sonrisa apareció en sus labios. Sensuales y gruesos labios, podría decir.

-¡Oh!, usted es mi vecino.

Dijo el hombre alegremente, mientras el todavía se debatía entre si lo que estaba viendo era real o no, producto de su imaginación o algo parecido a aquello, es que era imposible, simplemente demasiado para él.

-Soy Park Yoochun.

El hombre pelinegro amablemente extendió su mano hacia él y él simplemente corrió, ni siquiera recordó sus compras, las abandono ahí dejándolas tiradas, dejándolas tiradas junto al hombre que permanecía todavía con la mano estirada hacia ese lugar que el antes había ocupado, mientras él se dedicaba únicamente a correr  a correr muy lejos de su vecino, ese que ahora vivía a menos de cuatro metros de distancia, ese que, ese que era…

-El hombre de la radio.

Murmuro el chico pelirrojo que sin aliento permanecía recargado contra la puerta, tratando de recuperar un poco de aire para sus pulmones, que no sabía cómo hacia su cerebro para hacer eso ya que todo su sistema nervioso estaba concentrado en una cosa, y era en procesar aquello que había pasado.

El chico de la radio ya tenía una imagen, ya no era simplemente una voz y aun cuando nunca había imaginado como sería el hombre de aquella voz de la que se había enamorado, podía decir, - por lo que había podido ver - que ese hombre encajaba con aquella voz.

El timbre sonó haciéndole saltar y soltar un chillido que solo le altero mucho más, y tuvo miedo de abrir aun cuando el timbre no volvió a sonar de nuevo, indicándole que quien toco ya no insistió más.

Trato de respirar profundamente y aun cuando todo su ser no estuviera preparado para ver al hombre que tenia la voz que le gustaba abrió la puerta, solo para encontrar en el suelo nada más y nada menos las pasadas compras que no había hecho.

-¡Espero mis gracias personalmente! 

Y el grito del otro lado le hizo casi dar un salto nada más le escucho.

Su cabeza giro rápidamente solo para encontrarse a aquel hombre, ese que tenia la voz que le gustaba, ese que le sonreía radiantemente, ese que le saludaban coquetamente a nada menos que cuatro metros de distancia, ese al cual le debía ya las compras.

¿Cómo es que iba a hacerle?, aunque… Solo le gustaba su voz, ¿Cuál era el problema?

Quizá el problema era lo que causaba la voz en el.

***

Si alguien se preguntaba si el pelirrojo había ido a la casa de su vecino a darle las gracias por las compras, la respuesta era un grande y rotundo NO, así en letras grandes y marcadas en negro intenso, se podría decir que había estado huyendo de él, porque parecía que por asares del destino ahora lo encontraba en todas partes, en el supermercado de nuevo, en el parque esa mañana muy temprano cuando había salido a correr un poco, en la lavandería hace dos días, en la tintorería el día anterior y hoy mismo en ese instante mientras se había encaminado a la casa de Jae hyung.

Junsu creía que aun cuando quisiera huir y hacer un plan para no verlo no iba a poder lograrlo, porque por alguna extraña razón pensaba que se lo iba a encontrar no importara a donde fuera, casi como si el hombre pelinegro - porque si era pelinegro, alto, atractivo y varías de esas cosas que su vecina – chismosa – le había dicho- supiera a donde iba a ir durante el día, si hasta se le hacía raro que no apareciera en su universidad, aunque quizá estaba exagerando un poco y solamente lo ha encontrado por casualidad las otras ocasiones, ocasiones en las que lo ha dejado con la palabra en la boca porque siempre termina haciendo sus cosas tan rápido como puede solo para huir. Es que simplemente no sabe que es lo que pasa con él, ¿Por qué se siente de esa manera? ¿Por qué cuando escucha la radio puede escucharlo sin problema alguno? Aunque no puede negar que su cuerpo se altera y se emociona al escucharlo, pero cuando lo ve en persona simplemente entra en pánico, se sonroja y no puede evitar emprender la huida, quizá comenzaba a surgir algo más de lo que el pelirrojo chico no era.

-Sabes algo… No me rendiré hasta que me digas por lo menos tu nombre. Aunque creo que aun después de saber tú nombre seguiré molestándote. Quiero conocerte vecino.

Yoochun sonrío un poco mientras miraba al chico pelirrojo que en ese momento se había parado de golpe solo para mirarle con sorpresa al escucharle, el había estado detrás del chico pelirrojo durante esos días y aun cuando pudiera ser frustrante que el chico que le miraba sin emitir una palabra corriera nada más se acercaba, para él era divertido aunque no podía negar que era un poco frustrante que el chico corriera como alma que lleva el diablo cada vez que le ve, que no puedan intercambiar alguna palabra por lo menos antes de verlo correr. Pero aun así no iba a rendirse.

El pelinegro estiro una de sus manos descansándola rápidamente en aquella mejilla que rápidamente comenzó a tornarse de un tono carmín y encontró aquello lo más adorable que hubiera visto jamás.

-Anda, ve con tu Jae hyung y diviértete.

Y sin más aquel pelinegro giro en redondo comenzándose a alejar de el dejando más desconcertado a aquel chico pelirrojo, que no solamente estaba sorprendido por aquel gesto que el pelinegro tuvo el atrevimiento de hacer, si no también porque él supiera que el venia a visitar a Jae, su hyung. ¿Qué tanto sabia de él?

No pudo llegar a alguna conclusión en ese momento, y tampoco es que pudiera llegar a una tan rápidamente y mucho menos cuando aquel pelinegro le interrumpió.

-¡Ah!, por cierto… Nos escuchamos esta noche.

Y con un guiño y un saludo de su mano despidiéndose de él, le miro alejarse. 

¿Cómo... Cómo es que sabia que el le escuchaba?, estaba tan confundido, ¡Necesitaba respuestas!, pero aun con toda su confusión no había duda de que el le escucharía.