[FIC] Promesas y Besos

¡¡Hola a todo el mundo!!, después de mil años de haber desaparecido Tani tenia que volver al menos para escribir algo bonito en este día tan especial para este par de hermosos que adoro mucho. Espero estén disfrutando de este día como seguro este par disfrutó ayer/hoy *^*

Así que les dejo este pequeño regalo que espero les guste.

¡¡HAPPY YOOSU DAY PARA TODOS!!  ♥ ♥ ♥

Nombre: Promesas y Besos

Autor: Tani

Pareja: Yoosu  ♥

Género: Romance

-Chunnie… ¿cuando piensas volver? –Pregunta suavemente, en su voz infantil y chillona se puede escuchar la tristeza que le causa el solo preguntar aquello. Su amigo le ha dicho que tiene que partir, a un lugar muy lejos, uno al que para poder llegar tienes que cruzar un mar enorme y muchos países, o eso es lo que había visto en el globo terráqueo que la maestra Shim tenia de adorno en su escritorio. No le ha contado mucho, su padre ha conseguido un empleo mejor y por tanto tiene que viajar, y cuando ha dicho que tiene, le ha explicado que con él se tenía que ir su umma, su hermano y él.

Le abandonaría.

-No lo sé

La respuesta de su mejor amigo oprime su pequeño corazón y avivan esas inmensas ganas que tiene de romper en llanto; remuerde sus labios, trata de mantener el paso que Yoochun lleva mientras caminan de regreso a casa después de la escuela. 

-¿Y… Y cuando te vas?

No había querido ni si quiera preguntar aquello, no quiere ni saberlo, más bien, quiere, no, necesita que Yoochun le diga que es todo una broma, que no tiene que irse. Pero esa pregunta viene carcomiendo su pequeña cabecita después de que ambos terminaran callados.

-Mañana

La voz baja del mayor llega a sus oídos, detiene su respiración, el tiempo y hasta su caminar pausado, su mirada se empaña y por un momento manda al carajo ese deseo de que su amigo no le vea llorar, no quiere que se vaya, es su mejor amigo, su compañero de juegos, de aventuras.

-Susu ah ~

Yoochun se había dicho que se iba a despedir de su amigo sin llorar, había dicho que sería un hombrecito y no derramaría ni una lagrima frente a Junsu, pero nada había salido como planeaba, no desde que había pronunciado la primera palabra de todo su relato y esos ojos castaños se han empañado de la más lúgubre tristeza.

-Por favor Junsu ah, no llores.

Pide aunque más que una petición para Junsu es una para él mismo, no debe llorar, no puede, se  lo repite un par de veces y por poco pierde la batalla.

Le ha prometido volver, que convencería a sus papás de regresar, le ha jurado y perjurado que no iba a olvidarle cuando de esos temblorosos labios habían escapado esa petición de nunca olvidarse; se permiten abrazarse por un largo rato, entre grandes promesas que sabe van a cumplir, sus pequeños corazones infantiles lo dicen antes de que sea Yoochun el que guié los pasos de ambos hasta el hogar del menor.

-Prometelo de nuevo. - Balbucea  el menor con su voz ligeramente temblorosa, una vez ambos han terminado parando su caminar en la acera frente a su casa.

La insistencia del menor hace sonreír a Yoochun, le emociona el corazón y aligera solo un poquito esa tristeza de tener que partir, de no poder verle, a su compañero de clase, de juegos y aventuras, a la persona que le gusta.

-Lo prometo.

Y para sellar esa promesa ha bastado con un toque de sus labios, un beso puro y casto que ha tomado su primer beso como el símbolo más poderoso para nunca olvidarlo.

***

La lluvia golpea suavemente el gran ventanal de aquella acogedora cafetería, el olor a café, chocolate  y dulces se cuela por sus fosas nasales mientras la calefacción del lugar le ayuda a pasar ese frió que se ha colado hasta su piel una vez ha terminado mojado por esas gotas cristalinas de lluvia.  

La carta para ordenar aun permanece en su mano, el mesero ha regresado a su mesa por segunda ocasión pero hasta el momento no ha tenido la intención de prestar atención a otra cosa que no sea el mirar por aquel ventanal.

Sus ojos castaños siguen a ese mar de gente que corre de un lado a otro en busca de refugio, persigue  los coches con la mirada y por un momento se siente como si estuviera esperando algo, como si esperara a alguien, y en lo único que puede pensar después de aquello es en Yoochun.

Aparta un par de mechones de cabello castaño de su frente, sin ser muy consciente de que lo hace; no comprende cómo es que los días de lluvia le pueden recordar a Yoochun, en sus recuerdos infantiles siempre hay momentos coloridos y felices, nada que pueda relacionar con un día gris o triste aunque quizá es cosa suya y debería aceptar que todo le recuerda a Yoochun, a su amigo, no… la persona  que ama, lo comprendió después de un tiempo de que él se marchara, después de un par de meses, un par de años.

Con veintitantos años encima sigue sin comprender como es que  es que aun está enamorado de él, si después de aquella despedida no supo nada más del mayor, no hubo llamadas, correos y mucho menos mensajes; desapareció llevándose consigo miles de promesas infantiles y su primer y más preciado beso.

Alguien se ha acercado a su mesa de nuevo, el mesero posiblemente así que sigue sin prestarle atención.

Un carraspeo, una presencia insistente que le pide sin palabras que gire a mirarle, un voz profunda que le estremece la piel y altera su corazón.

-Hola, Susu ah.

Una persona que ha vuelto para cumplir su promesa irrompible de volver y nunca olvidarle. Esa persona, su amigo, su compañero de aventuras y juegos, su primer beso.

Su Yoochun.

FIN