[ONESHOT] Palmaditas

Bueno ~ Yo aquí de nuevo ^^, no tengo mucho que decir, solo que tome este día para poder escribir algo bonito, esta idea venia rondando en mi cabeza toda la semana pero no había podido escribir debido a la Uni, pero aun así le dije adiós por un día solo para escribir este Yoosu bello ^^ <3

Ya ~ no se les molestare más, solamente diré que va dedicado especialmente para *saca su lista* Axy, Felina, Ena y y y ~ todas las personitas bellas que dedican un momentito de su tiempo para leerme y dejar sus pequeños comentarios, de verdad muchas gracias.

Y ya!, ahora si  ^^ aquí este shot ^^ bye ~ <3

Titulo: Palmaditas

Autor: Tani

Pareja: Yoosu

Generó: Romance – Lemon.

Extensión: One Shot

Existen varios tipos de palmaditas, las que se dan en la espalda como señal de confianza, de aquí estaré en lo que necesites.

Las palmadas en el hombro como señal de cariño, de apoyo, animo, afecto.

También están las palmadas en el brazo que son utilizadas para llamar la atención, para mostrarle a alguien que estas ahí.

Las palmaditas en la mano como un gesto más maternal, como las que una madre da después de terminar una conversación contigo y sonriente se despide de ti, como señal de aprecio, de amor.

También están esas palmaditas en la cintura que un poco más confiadas se podrían reservar para las parejas, que con miradas y sonrisas cómplices pueden guardar un pequeño secreto.

Pero a Yoochun le gustaba darle palmaditas a otras partes de la anatomía de Junsu que solo le hacen sonrojar y subir los colores.

Las palmaditas en el muslo estaba bien, Junsu encontraba que esa era su manera de llamarle cuando estaban sentados juntos, pero cuando estas palmaditas iban subiendo un poco más, seguidas de un pequeño apretón y una sonrisa picara en la boca solo le daba a entender que Yoochun quería comer delfín y no estaba hablando del pequeño animal acuático, si no de él, quería devorarlo a él, y eso solo le hacía entender que era mejor escapar si es que estaban en un lugar público, para buscar un lugar más privado en el cual fuera atrapado antes de dejarse comer por ese ratón.

Estaban esas palmaditas en sus piernas cuando se encuentra desnudo de cintura para abajo, cómo en ese momento, en aquel sofá de su departamento, cómo  una orden para que las abra.

Las mejillas del castaño se tinturan en rosa mientras sigue su orden, le deja mirarle íntimamente, deja que esos ojos negros como la noche observen aquella parte de su anatomía que ya no es un secreto para él, ni algo que no haya conocido ya, porque cada vez que le hace el amor la toca con sus manos, con su boca, como en ese momento.

-¡Yoo-Yoochun!

Junsu gime alto el nombre del pelinegro, este se ha llevado su entrepierna a su boca, lamiéndole, chupándole, haciéndole desfallecer poco a poco con cada uno de sus toques, le prueba, se saborea con aquella parte de su anatomía mientras le sostiene la mirada, esa que intensa jura lanza chispas de lujuria,  de deseo, y solo le dan a entender que ese es uno de los primeros pasos que seguirá para hacerle el amor.

Después están esas palmaditas que con su lengua juguetonamente golpea la punta de su virilidad, arrancándole leves chillidos, jadeos, y gemidos, haciéndole retorcerse sobre el sofá.

Una de sus manos ha terminado hecha puño mientras se sostiene con fuerza del borde del sofá, y su otra mano se ha enredado en aquellos largos cabellos negros que el pelinegro lleva hasta sus hombros.

Yoochun juega con él, con aquellas palmaditas de su lengua, con succiones que le agrega a aquel juego, con lamidas, tomándolo en su boca tan profundo hasta que se siente perder cuando el orgasmo a arrasado con él, llevándolo entre grandes olas de placer.

Su respiración es pesada, ha terminado derrumbado contra el respaldo del sofá, con los ojos cerrados, las mejillas sonrojadas mientras por su boca ligeramente entreabierta busca oxigeno para sus pulmones.

Junsu no tiene que abrir los ojos para saber que Yoochun está sonriendo, satisfecho al verle así, porque le gusta verle perdido en ligeros espasmos post orgásmicos, con la cara ligeramente sudada, semi desnudo, luchando por llevar oxigeno a sus pulmones, pero Junsu sabe que eso no es suficiente para el pelinegro, y sabe a ciencia cierta que otras palmaditas llegaran a continuación.

No sabe cómo ha terminado recostado en la alfombra de su sala, ni cómo han terminado completamente desnudos, Yoochun esta vez había sido rápido en deshacerse de la ropa que incomoda les separaba de ese contacto de piel con piel, Yoochun está desesperado, deseoso por hacerle el amor.

Y pronto aparecen, esas palmaditas que son dejadas en su trasero, le está llamando para que se ponga en cuatro.

Sus miradas se encuentran,  y Junsu puede ver, en esos ojos negros, no solo deseo, no solo lujuria, también esta ese amor que le profesa cada día, todo ese infinito amor que solo es para él, con sus ojos le dice silenciosamente todos esos te amos que sabe saldrán de su boca en cualquier momento.

-Vamos baby, voltéate.

Le palmea de nuevo con una sonrisa juguetona en los labios y con ese sonrojo pintado en su cara - el  cual parecía no tener intenciones desaparecer – sigue sus órdenes.  Le avergüenza, le hace sonrojar, aún cuando se ha encontrado ya en varias ocasiones en aquella postura, pero aun así le gusta, le hace sentir bien el escucharlo gruñir cuando sus ojos se posan en esa parte de su anatomía, en aquellos redondos glúteos que el pelinegro desvergonzadamente le ha dicho miles de veces  es uno de los atributos que le fascinan de él.

-Mmh… Que sexy.

Más palmadas fueron dejadas en su trasero, seguido de una risita cuando el castaño termina chillando, protestando.

-¡Yah!, tu solo me quieres por mi trasero.

Puchea mirando sobre su hombro a aquel pelinegro, solo para darse cuenta de que aquel hombre al que ama no está viendo solo esa parte de su anatomía, le está recorriendo con la mirada, con esa intensa mirada que le hace estremecer cuando sus ojos se encuentran de nuevo.

 Iba a devorarle.

-No baby, yo amo todo de ti. Absolutamente todo, y ahora si me disculpas tengo un pequeño lugar que atender.

Besos fueron dejados por el pelinegro en aquella nívea piel de la espalda baja del castaño. Las manos del pelinegro terminan haciéndose se esos redondos músculos, separándolos, apretándolos.

-¡Ooh! ¡Yoochun!

Gime alto cuando la lengua del pelinegro se hace de ese intimo lugar, lamiéndole sin vergüenza, lubricándole, jugueteando con el, abriéndose espacio con la punta de su lengua, llenándole son su saliva.

Escalofríos recorren el cuerpo de Junsu, haciéndole temblar, gemidos leves que van subiendo de nivel escapan de su boca y desea desesperadamente que le haga suyo, en ese momento. Que le haga el amor.

-¡Yoo.. Yoochun!, ¡por favor! - gimotea desesperado el castaño.

-Las palabras mágicas baby – pide el pelinegro, y no, en ese momento el por favor no es la palabra mágica, le desea escuchar, le gusta escucharlas de él, que esa boquita rosada diga aquellas palabras que solo le arrancan sonrojos.

-¡¡Yoochun!!

Un chillido un poco más agudo escapa de la boca del castaño cuando el pelinegro ha colado uno de sus dedos dentro de ese anillo rodado.

-Kiss me, touch me, fuck me… -Murmura bajito el castaño sintiéndose avergonzado aún en medio de su necesidad.

-¿Cómo? – Se atreve a preguntar el pelinegro, deseando escucharlo más fuerte, otro de sus dedos entra de sorpresa en aquel lugar y eso fue suficiente para poder escuchar las palabras mágicas, para terminar con la cordura que pudo quedarle al menor de los dos.

-¡Fuck me!, dije ¡Fuck me!

¡Oh joder!, una corriente eléctrica recorrió  el cuerpo del pelinegro instalándose rápidamente en su bajo vientre. Era suficiente tortura para él.

-¡Oh joder! – gime ronco el pelinegro, sus manos se hacen de las caderas del castaño, su virilidad se perfila y ninguno de los dos necesita delicadeza en ese momento. Se hunde profundamente en aquel estrecho lugar, sus caderas chocan  contra el trasero de su pareja  y une un vaivén desesperado y necesitado da inicio.

-¡Oooh! ¡Yoochun!, ¡Nnnhh! – La espalda de Junsu se arquea, sus gemidos van ganando intensidad a cada choque de sus caderas, sus manos se aprietan en un puño, sus brazos tiemblan y termina dejándose vencer, su cara que poco a poco se perla en sudor termina sobre la alfombra.

 Pero aun así desea más.

-¡Más! ¡Yoochunnie!, ¡Más! ¡Fuerte!

Pide desesperado y Yoochun no puede hacerse del rogar. Sus caderas chocan con más fuerza, sus respiraciones pesadas y gemidos que aumentan su volumen se entremezclan así como el fuerte golpeteo de piel con piel.

Sus cuerpos comienzan a perlarse de sudor, las estrechas paredes de la intimidad de Junsu se contraen apresándole deliciosamente, dejándole sin respiración.

Las incoherencias y balbuceos con el nombre del otro no se hacen esperar, gemidos roncos y agudos hacen eco en aquella sala, los dos han perdido la razón y la cordura desde hace mucho.

Chillidos y lloriqueos desesperados son arrancados de la boca del menor cuando Yoochun ha encontrado aquel lugar que solo le hace estremecer y pedir más.

-¡Si!, ¡Si! ¡ahí! – Junsu empuja sus caderas, buscando a Yoochun, encontrándolo en cada golpe de sus caderas, pero pronto su intimidad es abandonada, no le da tiempo a quejarse o decir algo, en menos un latido de corazón se encuentra con su espalda con aquella alfombra y con ese hombre pelinegro de nuevo en su interior.

-Quiero sentirte, quiero verte cuando llegues al orgasmo, quiero escucharte decirme te amo, quiero decirte te amo viéndote a los ojos.

Un beso es compartido, el vaivén de sus caderas comienza aquel movimiento cadencioso, la temperatura de sus cuerpos se dispara de nuevo.

Sus respiraciones se entremezclan, chocan en el rostro del otro, sus bocas apenas y pueden encontrarse en un beso, las piernas y brazos de Junsu se han anclado alrededor del cuerpo de Yoochun, su espalda se arquea, su cuerpo se pega a él casi como una lapa y con una estocada certera y precisa Junsu toca el cielo con la punta de sus dedos, derramando su esencia entre sus cuerpos.

La intimidad de Junsu le apresa, le succiona y le arrastra con él, llevándolo alto haciendo que explotara en su interior llenándolo con su semilla.

Se abrazan recelosos, sus respiraciones son pesadas, sus pulmones buscan de manera casi desesperada aire fresco, pero aun así sonrisas cristalinas aparecen en sus bocas. Están enamorados, se aman.

-Te amo baby.

El pelinegro besa la boca rosada del menor, sonriendo complacido al verlo sonrojado, extasiado.

-Y yo a ti Yoochunnie.

Y esta esa palmadita  que le indica a Junsu el comienzo de una siguiente ronda.

FIN.

 Sus comentarios me hacen muy feliz ^^